Nuevas investigaciones reescriben la historia al revelar que el potro de tortura rompía también los huesos, y no sólo las articulaciones como se pensaba anteriormente. Los romanos utilizaban el látigo con mucha frecuencia y la flagelación de Jesucristo fue una de las ocasiones más famosas. Sin embargo, tenían mucho más que ver la biología y la ciencia de materiales a la hora de flagelar a una persona que el simple hecho de hacerlo. El elemento de tortura conocido como la pera, debido a su forma, se introducía por uno de los orificios del cuerpo y se giraba una manivela de forma que el instrumento se abría y causaba desgarros. Cientos de personas murieron quemadas en la hoguera por la Inquisición y ahora daremos respuesta a la pregunta de qué es lo que las mataba realmente, si las llamas, el humo o el calor.
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